RECUPERANDO LA MEMORIA

Este fin de semana se ha celebrado un homenaje a cinco campesinos asesinados hace cerca de 72 años en su pueblo, Alcañizo (Toledo), ubicado en la Comarca de la Campana de Oropesa. Localidad breve en su censo de habitante pero de historia dilatada, basta mirar su topónimo árabe.
La exhumación de la fosa, que ha guardado los restos de estos ciudadanos asesinados por el terror fascista a los pocos meses de la sublevación militar orquestada por la reacción franquista y con la colaboración necesaria de los poderes fácticos, léase el poder económico, la banca, la jerarquía de la iglesia católica, etc., durante décadas en una huerta, así llamada aunque diste mucho de lo que uno entiende por un paraje frondoso de cultivo, donde los paisanos araron y trabajaron, algunos de ellos inconscientes de lo que las entrañas de ese lugar albergaba, se ha acabado. Como en tantos lugares se sabía, algunos intuían, la gran mayoría callaba por miedo a los malnacidos que aún se jactaban de ser los dueños del cotarro, a los caciques de una España de silencio, miedo y hambre.
Antonio Otero Bueno, nieto de Ángel Otero (uno de los allí enterrados) inició el trabajo de búsqueda de sus raíces, de la verdad, de saber porque tanto silencio y amargura, hace unos años. Un trabajo paciente ha llevado a encontrar la verdad de lo sucedido en este lugar, apartado de los bullicios matritenses donde él se crió, creció y formo su familia. Tantas horas de insomnio, de lectura, de investigación, han dado sus frutos en una tarde de lluvioso mayo